TEMPORADA 72

TEMPORADA 72    

Los inviernos para los toreros  modestos son mortales.
Nos abandonamos, estamos como pez fuera del agua…Quizá podías encontrarte con alguno en la Casa de Campo, pero este año tuve que ponerme a trabajar en el bar de Filosofía y Letras, y cuando se acerco la época de Salamanca  me quería morir. 

¿Qué sentido tenía vivir sin torear?.

Quería ir al bolsín de Ciudad Rodrigo  y me preguntaba cómo hacerlo.                                
Miré los trenes y di con la solución; cogería un tren el viernes, hasta el lunes que tenía que volver a poner cafés a esos descoloridos estudiantes.
En la cafetería estaban Ricardo Arruza, un novillero con el que hice amistad por mi relación con Bienvenido, y el encargado que también fue novillero, lo cual me facilitaba las cosas para poderme escapar.
En algunas ocasiones me iba andando desde mi casa al trabajo, lo que suponía siete kilómetros más diez horas de curro, pero afortunadamente librábamos sábado y domingo. 

Para apuntarme en el bolsín me fui un fin de semana a Salamanca,  llegué de noche y cogí una habitación compartida en la misma estación de trenes.
Hacía tanto frio que me metí vestido en la cama, las sábanas estaban húmedas del relente, y nos cerraban la puerta de la habitación para que no nos escapáramos sin pagar. A la mañana siguiente me fui a la Plaza Mayor para que me orientaran sobre qué tenía que hacer para apuntarme en el bolsín.                            
El Suso me habló de una habitación de estudiantes que compartí con él.
Era un personaje muy particular, se dedicaba a vender libros por las casas, y todas las noches leía libros que nada tenían que ver con los toros.                                                                                 
Me acerqué a Ciudad Rodrigo  y me apunte al bolsín, tras ello cogí un tren que me devolvió a Madrid  para continuar sirviendo cafés toda la semana.       
Tenía un colega de Granada que me avisaba donde tenían lugar los tentaderos y fui a todos ellos. Llegaba el sábado de madrugada, y ese mismo día al campo.
Había aficionados de todas partes; Albacete, Valencia, Barcelona, Castilla… Un día que  tenia un tentadero del bolsin, y des pues del trabajo, fui a la estación de trenes y tenía que hacer un cambio de trenes en Medina del Campo y  me dormí  pasándome de estación,serian las dos o las tres de la madrugada, llovía, una lluvia fría que calaba los huesos.No habiendo otro tren hasta el mediodía del sábado. 
 Sin pensarlo me puse a hacer autostop y un coche me llevo hasta una gasolinera.
Tuve la gran suerte de que parara un camión de pescado y me metí con las cajas que trasportaba. Me dejó en la misma puerta de la ganadería, eso sí, cuatro horas antes… Cuando empezaron a llegar los organizadores se metieron en una casilla para refugiarse de la lluvia, y a mí me abrieron un granero en el que permanecí hasta que empezó el tentadero con otros compañeros, mientras empezaba el tentadero, ya mis compañeros huían del olor que desprendía.                                                                                            
Las vacas iban de un lado a otro la Plaza, para olerme mientras los aficionados hacían lo contrario…
Y es que debía de echar una peste que tiraba para atrás. 
Me dejaron lavarme en casa del mayoral y me prestaron ropa, pero los pantalones eran de uno que medía quince centímetros menos que yo, y con esa pinta tuve que venirme para Madrid.
 llegue a casa a media noche y el lunes al trabajo después de una concienzuda ducha,por fin … ya no olía a sardinas.                                         
EL Salamanca acostumbraba llevar siempre consigo alguna lata de sardinas o embutido que compartía con los aficionados que veníamos de fuera.
Nos recorríamos distintas ganaderías y cada semana iban eliminando a más chavales.
En una ocasión una becerra me golpeó en mis partes, durante el tentadero, y delante de unas señoras
de alto postín me preguntaron por el golpe de la rodilla, a lo que yo con claridad castellana contesté que el golpe había sido en “los huevos”, y esas señoras tan finas se pusieron de todos los colores . 
    
Quedé finalista del bolsín junto a El Pesetas de Albacete, El Salamanca,  mi colega Palomo de Granada, y Manolo Sales.

Toreé en la plaza de Ciudad Rodrigo y brindé mi vaca a Julio Robles, Florentino Díaz Flores,el apoderado de El Viti, y a un ganadero que se encontraba junto a ellos en un callejón.
Todo el mundo que había visto la final me daba a mí como uno de los triunfadores, y el día que las peñas dieron el resultado, al escuchar el nombre de El Salamanca  y de Manolo Sales, me llevé una desilusión muy grande, porque en aquella final, ocurrieron cosas que  no se entendieron. 

Con el mal trago volví al trabajo,  la temporada empezaba muy lenta y después del desengaño de Ciudad Rodrigo no tenía ganas de pasar tantas fatigas.
Sin alguien que “montara” no era posible torear, y yo no podía asumir las condiciones que me pedían a principio de temporada.
Seguí trabajando en la Ciudad Universitaria y haciendo tentaderos por la provincia de Madrid, ya que cuando surgía algo me daban libre.

Después de algún capeo toreé una novillada en Escalona, montaron la Plaza en el rio, media Plaza seca y la otra media con agua.Aquí recibiría un golpe en la espalda por el que tuvieron que “infiltrarme” varias veces en el sanatorio de toreros, y una crítica de Bienvenido que sería muy dolorosa por el dónde y cómo se hizo,delante de dos compañeros.Teniendo dos años para hablarme esperó el momento menos oportuno.

 Y es que los novilleros solemos tener muchas dudas. Para nosotros es muy importante que alguien conocedor de técnicas y sobretodo de las debilidades del torero, pueda acláratelas para exigirte así superación, pero siempre eligiendo el momento adecuado.  

Como tenía que reponer mi vestuario, Julio  Zarzalejo, un empresario de la zona del valle del terror… Avila,  me ofreció ir de sobresaliente en dos novilladas picadas, una en el Tiemblo, en la que  toreaban  Roberto Domínguez y  Jesús Fraile. 
ROBERTO me dejó hacer un quite, y al día siguiente faltando un novillero en la becerrada, pude torear pero al no tener muleta tuve que torear con las muletas de los enanos.



                                                                
 La siguiente fue en Fuensalida con  Roberto Domínguez  y Pepín Peña.  Ese día Roberto se clavó una banderilla en el pie.
Zarzalejo me pagó con un juego de espadas, el fundón, y el esportón, consideré que el trato fue justo y terminamos con un apretón de manos.
El trece y catorce de Agosto me salió Pelayo de la Presa.
Iba a torear uno que trabajaba con la Duquesa de Alba  pero al final se echó para atrás, y puse yo en su lugar  a Antonio Pineda.
En estos meses toreaba todo el mundo y en el centro teníamos que andar buscando banderilleros. El día de la novillada quedamos para salir y nos faltaba un hombre .
Nos fuimos para el pueblo, y cuando estábamos en el Ayuntamiento vistiéndonos se presentó EL Seneca vestido de torero, con la chaquetilla quitada montando una Vespino… y toreó.  Como eran dos días se le dio la del segundo día.
La plaza estaba a las afuera del pueblo, después de torear fuimos a quitarnos la ropa en el Ayuntamiento que tenía una bonita fuente a la entrada, y no se le ocurrió otra cosa  que bajarse en calzoncillos y lavarse en la fuente  mientras las fuerzas consistoriales llegaban andando desde la plaza con sus mujeres, todas muy guapas con sus mantillas, la banda municipal y reinas de las fiestas, y detrás toda la comitiva.
Al encontrarse con este hombre en calzoncillos metido en la fuente y  lavándose como  si estuviera en el baño de su casa,  le llamaron la atención llamándole marrano, y él con mucho descaro les dijo que se lavaba con jabón. 
Hay que tener en cuenta la moral de esa época, era el año 1972.

Al día siguiente los del pueblo le tenían marcado, y toreando le acosaban con gritos e insultos. A la hora de cobrar le querían pagar menos y terminó a hostias con el alcalde. Se le llevaron para los calabozos y finalmente le pusieron una multa por falta de decoro. El dieciséis de Agosto toreé en Leganes.
Como era cerca de Madrid  fueron a verme algunos familiares míos que vivían allí.
Toreó con nosotros un banderillero llamado el Faraon Gitano que decía ser familia de la Pantoja. 
Era muy flojito pero era un cobista de primera. Después de la novillada mi familia,nos invitó a tomar unas
tapas, y según sacaban las raciones el Faraón engrandecía mi faena, siendo capaz de ponerme orejas y rabo si mi familia sacaba jamón. Cuando comentaba lo hecho por él se refería al novillo como toro, pero si el comentario era de otro decía “el becerro”.  Era graciosísimo.                                                                        
Con Mancheguito, el apoderado de Jose Castilla,  acordé que yo ponía a Castilla en CHINCHON dos novillos,  y él me ponía en otro sitio.
El dieciséis de Septiembre me puso en San Agustín de Guadalix con un novillo que pasaba de los trescientos quilos en canal y dos pitones. 
Como sería que Castilla lo dejó vivo. Castilla era un torero hecho, con oficio, pero yo no me di coba.Le pasaporté en cuanto se descuido el toro, y le metí la espada. 
   
En los mentideros del centro lo sabían todos los banderilleros y nos pedían doble sueldo por ir con nosotros. Al día siguiente cogimos finalmente los que pudimos.  

La novillada de Chinchón era muy normal pero los satélites que conseguimos no se pusieron delante. Mandé al mozo de espadas a cobrar y estos golfos se habían adelantado. Fui a buscarlos a un bar con José Castilla y  Manolo Gil, y me di de hostias con uno de ellos mientras las mesas volaban.
A partir de ese momento, cuando el susodicho me veía en el centro se cruzaba de acera.
En septiembre del 1972, Yo de vez en cuando, me iba de sobresaliente con algún rejoneador o rejoneadora como en este caso, para practicar la espada y para ganarme un sueldito que me venía bien.

Este día ocurrió que el novillo que tenía que matar Paquita Rocamora, al ir a cambiar de caballo, pego un cabezazo a la puerta y se escapo a las calles de Lugo, El banderillero CARMELO LOSADA y yo, como parte de la cuadrilla que éramos. Tuvimos que salir a frenar las embestidas del novillo, en este caos Justo Benitez, Carmelo, y yo logramos acorralar al novillo en un solar que tenían para tender sábanas, el novillo pegaba cornadas a esas sabanas recién lavadas blancas y radiantes que con sumo esfuerzo lavaron las mujeres de allí.
Cuando con toda nuestra voluntad, logramos reducir al animal sin haber ocurrido mas desgracia que la rotura de algunas sabanas, y otras que quedaron por los suelo, salieron las sufridas lavanderas, esas mujeres con pañuelo negro a la cabeza faldas larga y muy cabreadas, por la que se había organizado. Salieron armadas con dos estacas de destrucción, y en esa ciudad de LUGO y vestidos de toreros tuvimos que esquivar los garrotazo que nos lanzaban, hasta que no llegaron los guardias y las desarmaron nos llevamos algún garrotazo que otro.



 en una ocasión me contrataron para ir de sobresaliente a Segovia , una corrida de rejones con los hermanos Peralta , y cuando Ángel , metió su primer caballo.
Salí a hacerle un quite a su toro este señorito andaluz , salió como un loco , con el rejón en la mano , y en medio del ruedo se puso a amenazarme con el caballo como si me quisiera ponerme un rejonazo, el público se le echo encima formándole una sonora bronca ,al acabar su actuación  se fue hacia mi , y me dijo que eso se lo hiciera a los toros en puntas , yo le conteste que también se lo hacía , que ya que el cobraba, que si el toro se ponía difícil que echara pie a tierra , que no necesitase un hombre para terminar su trabajo , como el ambiente se les puso tenso Rafael, en el siguiente toro me saco a que le pegara un quite , el ir con los rejoneadores era interesante para aprender a matar , no yendo yo con mucha frecuencia de sobresaliente  tuve más de una pelotera, en esa época pocos echaban pie a tierra , y había algunos que no mataban los toros ni con una escopeta.                                                                                                                            Hoy si el toro se  a morcilla, mandan a un banderillero algo que me parece un atropello a los novilleros

Ese año cerré la temporada con veintinueve novilladas, muchas muy gordas, y los ayuntamientos ya me daban dinerito porque sabían que yo podía con todo. 
                                                                                                                                                                  .
 Al llegar las canales tuve que volver a engancharme al curro de filosofía y letras, pagaban bien y me quitaba de los relatos de bares que suelen terminar en ambientes poco recomendados de los que yo huía.allí conocí a un hermano de Manolo Quintanilla, que llevaba el espectáculo del Platanito. Me llevo a un tentadero por Badajoz llovió lo que quiso y un poco mas , con Ortega cano, el Serranito, y el carpeño, pero el que toreo fue Ortega que por entonces ya estaba muy ilusionado con el.

En este mundo pasamos muchos sin sabores, Por otro lado, todos los jóvenes creemos que los viejos están anticuados, y que nosotros con nuestro ímpetu arrollamos la razón de la experiencia de los más mayores, lo que nos hace cometer errores que a la larga pagamos con creces.                                                            


                                                             
                                                                              

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