el14.09.69 Falsificaron mi edad.Al no tener la edad correspondiente no podía torear novilladas,y
Bienvenido empezó a “darme cosas”Me puso a matar el primer novillo en el castillo medieval de Buitrago de Lozoya con Victoriano de la Serna..
Ese día no se me olvidará en la vida por ser el primero que toree con un matador de toros, y el primer novillo que mataba.
Recuerdo que me “pusieron”un banderillero viejo que cuando llegó a mi casa me trataba de maestro,
”eso para un chiquillo de 15 años era muy sorprendente,
a la hora el sorteo y dar la mano alhijo de esa figura que fueVictoriano de la Serna,me sentía importante y orgulloso de estar viviendo esa experiencia.
Más tarde,ya en la plaza,el toro le pegó al banderillero un meneo y hubo que sacarle medio ido por encima del público.
Otro festival, esta vez en Cardenete ( Cuenca), el 12.10.69 con Salvador y Bienvenido. Lujan.
Ese invierno lo pasé tranquilo en Madrid haciendo fiestas camperas con estos amigos constructores, y tentaderos, uno en Baltasar iban, donde tentó Gabriel de la Casa. Llevaba de aficionado al hermano del Ecijano era muy gracioso, porque según toreaba a las becerras se cantaba sus propios pasodobles. En esa época El Ecijano iba de banderillero con el matador
No hay que olvidar los entrenamientos de salón en la Casa de campo, allí iban muchos a entrenar,pues el toreo de salón es primordial para educar el cuerpo y fijarse muy bien en los más aventajados.No era el único sitio donde entrenar pero si más agradable andar por la casa de campo, que dar vueltas en vistalegre, o la playa de Madrid, pero a mí la casa de campo era lo que mejor me venia .
Recuerdo a Eusebio Periañez, un novillero que tenía más de cuarenta años,era muy buena persona y tenía un carretón, con él entraba a matar.
Y con José Lerma, ponía banderillas.
Estaban los que iban a sudar y a entrenarse, y los que se pasaban toda La mañana sentados,contando anécdotas, hablando de mujeres, o de política…
La gran mayoría de izquierdas, muchos venían de una clase social baja, (no podemos olvidar los años en que vivíamos).
Entre los que entrenaban poco se encontraba Vicente Montes, quien adiestró a una urraca y la llevaba siempre en el hombro como animal de compañía.
No puedo olvidar a Paquito Martínez, que fue uno de los primeros que me enseño a torear de salón, yo me acercaba a la plaza Eliptica , donde en un campo de futbol nos tirábamos horas toreando de salon .... Recuerdo irle a ver a una novillada en Nuevo Vaztan , como a la hora de la novillada todo el pueblo iba a los toros cada uno con sus sillas, para sentarse en los carros y remolques, y todo ese ambiente me embrujaba cada vez más, y me puso en una novillada sin caballos de sobresaliente .
Mientras en la casa de campo se preparaban partidos de futbol, muchas veces entre españoles y extranjeros, ya que por esa época venían muchos venezolanos y colombianos.
Mucho entrenamiento y sacrificio y pensando en la grandeza del toro en todo momento .
En la casa de campo existe una piscina, que todos los aficionados que entrenábamos allí nos íbamos a bañarnos en ella, lógicamente no pagábamos, porque éramos unos chavales que la mayoría de las veces estábamos tiesos
de dinero.
Era el sitio idóneo para quedar con las mozas de los pueblos donde habíamos estado toreando y que trabajaban en Madrid.
Un sitio muy bien comunicado y un ambiente que incitaba para las relaciones, había uno que era un salido le llamaban “El Pirata”, éste le gustaba vichear y se iba a los vestuarios de las mujeres, y le daba lo mismo la edad que tuviera, éste se aliviaba lo mismo con una joven que una vieja, se tiraba todo el día dentó de la piscina, era torero cómico, y también sorteaba jamones en los espectáculos taurinos , no recuerdo si fue este u otro que se buscaba la vida de la misma forma sorteando jamones en los pueblos.
En un pueblo sacó el mismo número apuntado en el mismo cartón uno del publico que se dio cuenta y que tenía una foto donde salía él, enseñando el número , le denunció y en medio del tendido con el jamón al hombro le fueron a detener, salió corriendo por todo el tendido con el jamón que no soltaba ni aunque le mataran , al final le cogieron entre unos mozos y le entregaron a la guardia civil, resulta que había sorteado el jamón en más de diez pueblos y nunca hizo sorteo alguno el muy sinvergonzón.
Luego nos enteramos que el jamón se lo debía a un buen aficionado que tenía un bar en el centro donde parábamos todos los toreros.
En esa época yo era muy amigo de José Luis y Epifanio dos hermanos que sus padres eran guardeses de los jardines del palacio Real y muchas veces nos poníamos a entrenar en una plazoleta que estaba en los jardines veíamos a Don Juan Carlos con otro señor mayor, y se sentaban en un banco a unos 200 metros y nos observaban como toreábamos de salón , miraban un rato y seguían su camino,a mí me daba igual quien fueran.
En mi mentalidad, toda persona que no hubiera cortado orejas en las ventas,no me llamaban la atención.
Jose luis se colocó de relojero cerca de la calle preciados llegó a ser un buen profesional ganando premios por su maestría, cogía los chasis de relojes de marca y les metía relojes baratos, se iba al rastro y se los vendía a los gitanos que se creían que engañaban a un chiquillo y eran ellos los engañados , a mi me mandaron en mas de una ocasión a dejarme engañar por los engañados.
Epifanio que era el mayor, era más lanzado para todo y era el quería ser torero, como éramos unos chiquillos en la feria no teníamos dinero para las entradas de los toros y después de estar pegando toques a los maestros para conseguir los boletos muchas veces no nos daban, y este Jose Luis ,se subía por la fachada de ladrillo haciendo alpinismo hasta la grada metiéndose por el ventanal de los servicios, luego se buscaba la vida para entrar al tendido.
Yo nunca lo hice, pero colarme por la puerta en más de una ocasión.Un día que toreaban las figuras, tenía mucha ilusión por ver la corrida, me metí entre un grupo y me colé, pero el portero me reconoció de otras veces y me siguió corriendo por todos los pasillos de las ventas que estaban llenos de gente, después de recorrerme más de media plaza me pillo, me dio un coscorrón y me echo a la calle.
Cuando triunfaban los toreros estábamos locos por saltar al ruedo para tocarles los vestidos, y si podíamos cogerles un macho éramos felices, se que esto no está bien, pero en la mente de unos niños de 15 años todo nos parecía bueno.
Después de los toros, nos pasábamos por el desolladero para ver como descuartizaban los toros , escuchar los comentarios de la corrida y ver a toreros famosos de paisano.
Nos íbamos andando hasta Goya y subíamos a casa de los bienvenidas, para pedir fotos, cuando abrían las puertas el recibidor estaba llenas de fotos de todos los hermanos, era para nosotros un santuario, siempre nos atendieron bien , hoy reconozco que seriamos un verdadero coñazo.
En esa época Antonio Bienvenida era un semidiós.
Mi madre quiso ponerme a trabajar, y en su intento me llevó a una entrevista de trabajo a unos grandes almacenes de ropa donde nos recibió un señor mayor, que muy seguro de lo que me ofrecía comentó que entraría de aprendiz, pero que con trabajo podría llegar a ser asta“dependiente. ”Yo dije:
“Vaya futuro”..
Y contemplando la cara de circunstancias de mi madre, este señor, indignado, me preguntó: ¿Qué quieres ser en la vida?. A lo que contesté muy seguro de mi mismo: “FIGURA DEL TOREO”.
Mi madre con un buen enfado siguió en el intento y terminó colocándome en la Academia Caballero, de botones. No obstante yo seguía en mis trece.
El 13 de junio de 1970 me mandaron llevar unos paquetes,pasé por un bar donde estaban televisando la encerrona de Paco Camino de la Benificencia, y se me fue el tiempo.( además pidió el sobrero cuando llegue a la academia con los paquete de vuelta, avían llamado donde tenía que entregarlos, llamaron también a la policía llevaban dos horas largas sin saber de mi.
En el bar que estaba debajo de mi casa trabajaba Jacinto, un aficionado que mantenía mucha relación con Emilio Redondo, un matador de toros de Albacete que tentaba todos los años en una finca de Campo de Criptana. Sólo me lo tuvo que decir una vez para convertirme en la sombra de Emilio Redondo, no dejándole en paz, hasta que me llevó a la finca a tentar allí recibiría mi bautizo de sangre fue en el mismo ano, poca cosa, pero molesto para las curas allí me encontré de aficionados con Antonio Corbacho que conocia de la casa de campo y con Orlando Ramos, este último acababa de llegar de Venezuela.
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